MENSAJES ANCLADOS
Sí, ahí estás con tus pies hundidos en la arena,
la dulce vista que contemplas inmóvil
hasta respirar contra tus cabellos de suave brisa,
suben, ondulan y van, océano de palabras imponentes.
Yo converso sin tus deseos, mira que aún estoy aquí,
detrás de tu sombra que se alarga en el ocaso,
yo contento de saber que tus ojos se miran de lado,
tú sabes que la sombra me encierra, que eres tú y yo.
Más tiempo pasa en uno y otro,
más me acerco, paso a paso en espuma disuelta en nuestra piel,
rozo tu hombro, sé sutilmente tu cuenta, tu sentir,
ya no miras la línea infinita del océano,
miras ya mis achicados ojos, con sabor a mar.
Sí, siento todo de golpe cuando tu no estás,
estruendoso el percatar de tu ausencia,
todo de golpe al romper la ola,
el estrellar implacable de la inmensa marea
que me tumba, me rompe bien adentro,
me hace sentir la fuerza del corazón solitario.
Pero se que tus ojos están allí,
como tus labios se quedan inmóviles ya en los míos,
dulces, suaves, de línea delicada,
que tus dedos se dan ya con los míos.
Y ese respirar infinito y tibio
como la línea de nuestros océanos
y ese beso brevemente acogedor, calor
como el sol de hundida caída en mar.
Así nos tumbamos en nuestro sitio,
horas, talvez minutos o días
y así nos vamos escapando,
una, dos veces, tal vez ahora mismo.
Tamiz
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