No sabemos de las risas
No sabemos en realidad el destinatario
Y preferimos mantener el suspenso del remitente
Mientras exista la costa del pacifico en calor emocional
Pues al principio siempre fue así,
Una charla del adiós, del ser y estar con uno mismo.
Un hilo dorado que nos unió, que nos abandonó
Con la costumbre lo encontraremos al atardecer
Este es el adiós de los refugios,
Nos vamos a desnudar hasta las sonrisas
Y vernos los huesos aunados los mismos.
Es nuestra virginidad la diosa de todas las palabras
De un tempo insólito, de unidad de tarot
Y el azar al corazón
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