Sunday, April 09, 2017

plexo solar



tiempo del nectar que se traga las escalinatas con la maleza en abandono
aquellos se sientan en su escaño y olvidan en sueño la luz del día 
con las sombras y las obras retorcidas al cenit de tu ojo que todo compone

corazón abierto en las plumas de un pasado brillante 
encerrado por la quimera que duerme en tus cabellos, 
y un futuro trenzado por la esperanza
hoyos en las suelas de mi alma, 
y tu fé para caminar mil pasos más 

danza tu sol para iluminar nuestros olvidos al presente infinito 
desde la cañada desprendida por el volcán de tus palabras 
baile interminable en tu plexo solar y tus talones desnudos 

y la espina de la empatía clavada en nuestro arrojo  
la sacas con tu oración en penumbra, al calor de tu ritmo
de tu sueño lúdico, de tu despertar al alborada
como el caballo salvaje desbordando su libertad 

un futuro lleno de colores que nos espera 
un caminar en la senda de de la mas alta virtud 
un amor para matar el dolor y hacer pedazos la esclavitud 
sigamos al paso siguiente, al tributo de nuestros ancestros 
sigamos las flores que reconfortan el vacío de los días 

sin marcha atrás no hay vuelta que detenga el rio de estas vidas 
solo la libertad el don del del águila y el ir y venir del coyote 
baile de cadencia interminable en espiral ascendente a la mar cosmica 

hasta la luz de el ojo solar, hasta el profundo fluir del remanso de paz.

Friday, February 03, 2017

EL CORCEL Y EL TEMPORAL


Río abajo del muelle flamingos vuelan 
en camino de herradura
el arrastre del sueño.

Río arriba el aserradero 
abajo del deseo la lluvia del fuero 
no hay indulto solo el del corcel.

Nuestros perros con el corazón de la noche 
rebaños predios en astilleros 
manantiales de lagrimas.

Allí en el derrotero de las barrancas 
al pie del sabino donde la cruz clavada  
sin el oro de tus ojos en el ahogado corazón.

En el caminoreal de color solar en tu piel
al doblar el hierro de tu boca quemada
perdido el remo abordando la deriva en la mirada. 

Sin el corcel del Marqués quebrada la espada 
y por escudo restos de las huestes de la calavera en el morral ensangrentada 
pero ahora reímos a la sombra de las palmas en rama de negro amate y cayucos podridos.

Las raíces retorcidas en el hocico del manglar 
y el caiman nocturno en los colmillos de tu abandono

pues río arriba extraviamos al escudero y mapa. 

Sunday, January 01, 2017

El Alcazar I

 En los templos de fuego, en la hoguera ya ardiendo,
la pira reflejada en tus ojos negros, entre deja ver un laberinto,
estas flamas hemáticas señalan que lo que es abajo es arriba.

 Los almanaques sobre su pecho embalsamado arden como tus manos en grillete,
los mancebos alimentan a los guerreros del fuego en este negro incendio,
el oro y la plata se fundirán con sus huesos, en este lóbrego castillo,
y las cenizas se esparcirán en las tolvas volcánicas de estos desfiladeros.

 La cantera rosa de los muros en el alcazar abierto se tiñen de aguamarina,
las piedras del tesoro en llamas se concatenan en el humo de las sedas y el metal,
y los berilos no cesan de brillar en las curvas de su ensortijada cabellera.

 En este distante y eterno rito fúnebre los sacerdotes aberrean los salmos sagrados,
y desde la cercana atalaya en el alcazar resuenan los ecos rotos del almuédano,
el llamado a la oración se bifurca, las mezquitas cercanas llaman a la guerra,
en el alcazar la incineración de la carne en los pecados del alma se han liberado.

 La ignominia del la corona ha quedado abatida por la sangre de su pueblo,
y en la lúgubre cercanía de los profundos calabozos el principe en la penumbra derrama su sangre,
solo los derviches en danza perpetua esta noche no serán víctima del fierro invasor.

 Y en el púlpito de la capilla el capellán agazapado con el corazón calcinado bebe el vino emancipado,
con crucifijo en trémulas manos esconde del sagrario el pan que ha de dar al principe,
el hierro de las campanas no deja de doblar, y los resquicios del alcazar empiezan a desmoronar.

BITÁCORA DEL SUEÑO

El sol al cenit de tu piel morena, de tus cabellos dorados y la infinita bondad del lejano dhamma,
cuando el absoluto te observa segundo a segundo.
Me recuerda a un cielo de mañana cristalina que se postro desde la madrugada.

Y el sibarita observando a los acantilados.
 Fue un día no muy nublado que quedó tumbado, soñando en el cenit de esa piel coralina.